El trasero del Greetingman

El trasero del Greetingman.  Orlando Acosta Patiño.  Hubert Humphrey Fellow. Enero 2015.
La  acción de reverencia tiene –dentro de las culturas de oriente y occidente- una connotación de respeto.  Es el acto en la cual una persona inclina su cuerpo, o parte de él en señal de respeto o veneración.  Ha recibido reverencias la aristocracia desde tiempos inmemoriales, así como presidentes y gobernantes.  Cuentan anecdotarios negros, que la reina Isabel de Inglaterra no visitaba el Palacio de Liria en Madrid, por no tener que hacerle reverencia a Cayetana, Duquesa de Alba- noble muerta el año pasado-  y que ostentaba el mayor número de títulos nobiliarios entre la aristocracia europea. Ya Isabel está tranquila,  muerta Cayetana no hay reverencia.   

Volviendo al tema de la reverencia y el asunto cultural, el significado de ésta y qué parte del cuerpo se inclina y cuánto se inclina y por cuanto tiempo, tienen diversos significados.  Por allí va la cosa del Greetingman, escultura que el Gobierno de Corea donó a la Ciudad y que la administración de la ciudad decidió ubicar en la entrada de la urbanización Chanis y Santa Maria Business District, corregimiento de Juan Díaz.

 Los espacios urbanos y el mobiliario que usualmente se utiliza para “adornar” plazas y avenidas tienen también una fuerte connotación cultural y viene asociado a mensajes ideológicos de poder.  En el desarrollo de las ciudades los símbolos emplazados en los espacios públicos tienen ese significado. La Alameda de Hércules en Sevilla lo tiene al igual que la Plaza Porras en La Exposición,  en Panamá. No es  posible extenderme en  profundidades ideológicas y el significado de la estatuaria monumental y ciudades, pero sí hare un comentario sobre las últimas iniciativas urbanas dentro de la comuna capital.

En la página web de la Alcaldía - hurgando para encontrar el Plan de Acción de la Ciudad que fue presentado en estos días, encontré una inusual noticia.  La Alcaldía develará el  próximo 20 enero, en la rotonda que sale al elitista proyecto urbano de Santa Maria, desde el populoso barrio de Chanis, una escultura de un hombre desnudo de seis metros de altura y de  color celeste-representando un saludo coreano.   La escultura, según la nota a cualquier lugar y cuya instalación está siendo supervisada por el artista coreano Yoo Young-ho, será emplazada para “promover la cordialidad entre varias naciones”.

Greetingman (hombre que saluda) o el  muñeco celeste e desnudo  se inclina en reverencia mostrando el trasero al  barrio de Chanis y haciendo el honor al opulento Santa María Golf & Country Club, al otro lado del corredor Sur.

Santa María Golf & Country Club es un complejo residencial de lujo construido a hierro y martillo sobre el área protegida de los humedales de la bahía de Panamá, sobre un relleno que compromete las planicies de inundación del río Juan Díaz, y seguramente en un corto plazo pondrá en riesgo de inundación a barrios de ese mismo corregimiento.   Tiene un campo de golf -que en escasez de agua- será mantenido verde con agua que seguramente que será racionada a “los otros”.  Recientemente se levantó un muro entre el desarrollo exclusivo que junto con el corredor Sur, haciendo más excluyente el bello desarrollo.

Las comunidades de Juan Diaz y Chanis no tienen origen como barrios exclusivos y opulentos.  Es popular y no practica golf y probablemente con menos gimnasios y canchas de juegos y  equipamiento de recreación y cultura para sus niños y jóvenes.   

Volviendo al tema del Plan de Acción de la Ciudad y la dimensión cultural e ideológica- ausente en la visión del plan-  la escultura que hoy le muestra el trasero a Chanis y Juan Diaz  afirma las diferencias socioeconómicas y que haciendo reverencia a Santa Maria hace eco de esa dimensión –vacía- dentro del Plan.

La acción de colocar esta escultura allí por quienes administran la ciudad y sus  autoridades podría interpretarla como una afirmación del poder económico que pasa por encima de las leyes que protegen los humedales de beneficio colectivo- le enseñan con la sutileza del arte el trasero a la gente- mientras le hacen la reverencia a otro sector de poder. Habría que preguntar quién paga y cuánto se paga para reverenciar a Santa Maria Golf and Country Club.

Lamento que el ingenuo interés del artista en “promover el entendimiento de culturas”  haya sido mal interpretado por  los administradores y decisores de la ciudad y que la posición del Gretingman mande un mensaje confuso. Ojala el Gretingman hubiera reverenciado el  respeto a  las leyes, a la protección del patrimonio natural colectivo, y no hiciese la reverencia a las elites económicamente poderosas, haciendo entonces de esta ciudad, y objeto de su mobiliario, la expresión de otra exclusión, lejos del respeto y la el significado de una reverencia oriental.



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