Transparencia en el rescate del patrimonio religioso.


El 2009 se estrenó con una inusitada noticia local. La imagen del Jesús Nazareno de Atalaya, reliquia colonial fue reemplazada por una copia. El fake apareció en la iglesia de Atalaya el día 24 de noviembre del 2008. La comunidad soliviantada reclamó ante la iglesia católica sobre el hecho. El obispo de Santiago fue retenido por la comunidad reclamando éste el hecho que le pertenece. Mientras, el obispado de Santiago negó la circunstancia de la desaparición de la reliquia para luego admitir su culpa, la imagen colonial de Jesús Nazareno de Atalaya fue devuelta al pueblo sin que mediara-en su momento- un pronunciamiento oficial de la iglesia.

Casimiro García Rodríguez, artista empírico con 28 años de experiencia se atribuyó la autoría de la réplica. Afirma que fue realizada bajo patrocinio de comerciantes de Santiago y el visto bueno otorgado por el Obispado de Santiago. La talla fue realizada sobre una sola pieza de madera de caobo traída desde el Darién. García Rodríguez talló la pieza, pero le fue vedado al proceso de aplicación del color, detalle que desató la suspicacia sobre la autenticidad de la reliquia.

El reemplazo de la imagen del Cristo de Atalaya fue luego admitido por el Obispo de Santiago, Oscar Brown, a la vez que justificó el hecho aludiendo a su estado avanzado de deterioro. Luz, agua y polvo fustigando inclementemente la imagen del santo por cientos de años. El Obispo permaneció retenido en la casa cural de desde la cinco de la tarde hasta las ocho de la noche del día 10 de enero, desde donde fue escoltado por antimotines. Ese día los Atalayeros advirtieron que las protestas continuarán hasta que fuera devuelta la imagen original lo que ocurrió el 13 de enero del 2009…” repiqueteo de campanas, fuegos artificiales, cantos, gritos y aplausos invadieron el lugar cuando los policías cargaban a Jesús Nazareno hacia el tempo y lo colocaron en el nicho de cristal”.


En la capital de la primera diócesis americana de tierra firme, en el mes de agosto de 2013, se hizo público la existencia del Comité Amigos Iglesias del Casco Antiguo, organización integrada por un grupo de personas de la empresa privada que persigue el propósito de restaurar cinco iglesias del Casco Viejo.

El patrimonio inmueble de la iglesia católica sus quinientos años de evangelización es ruinoso. Al momento de su anuncio de la existencia del Comité la Iglesia de San Francisco de Asís era intervenida desde hacía dos meses “….. cuando se abrieron sus puertas en junio, parecía un edificio sacado de una cinta de terror” ¿Qué encontró el Comité que les pareció de horror? ¿Hubo un inventario previo a la intervención? ¿Quién y bajo cuales criterios técnicos es evaluado e intervenido el patrimonio mueble e inmueble de las iglesias del Casco Viejo? ¿Cuál es el papel de la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico? ¿A quiénes rinde cuenta el Comité de los “horrores” encontrados?

Investigue sobre la existencia de información pública sobre el Comité de Amigos en alguna página web para conocer sobre los integrantes, presupuestos, planes, idoneidad de quienes intervienen altares, coros, techos e imágenes pero no encontré nada. Encontré sí reporte de periodistas sobre las próximas intervenciones en La Merced, Iglesia de San José (Altar de Oro), San Felipe Neri y de visitas guiadas. De la Catedral no escuché nada como tampoco de los nidos de pájaros en su artesonado ni sobre las filtraciones que sufren sus cansados muros.

El presupuesto del Comité se origina de fondos privados sin aparente participación del INAC bajo la Dirección de Patrimonio Histórico, responsable de la administración patrimonial. De manera contradictoria no ha habido mucho entusiasmo para las iglesias del Casco Viejo que como para la imagen mariana en Amador –que va por qué va-cosas de la iglesia, me dicen.

La conformación del Comité de Amigos de las iglesias del Casco Viejo es buena pero tiene que mejorar. Las iniciativas de conservación patrimonial en Panamá -desde la perspectiva mixta y privada- tienen antecedentes relativamente exitosos con relación a la acción de acopio y conservación de los bienes muebles e inmueble pero muestran vulnerabilidad en aspectos relacionados con la transparencia en la gestión. En el caso de los patronatos –en varios lustros- no ha habido rotación de sus miembros y los directores parecen “dioses” perpetuos, debilitando la gestión desde una mirada integral y moderna. Los espacios y materiales conservados se transforman en cotos privados restándole su carácter colectivo bajo administraciones y criterios técnicos incuestionables. Estas características florecen bajo el clima de una institucionalidad debilitada en temas de administración patrimonial, particularmente aquella dedicada a lo histórico. Pesa sobre este proceso la poca o nula participación social. No hay institución que regule ni controle y menos una sociedad civil que pida cuentas. Acá también hay que mejorar. Las intervenciones en Panamá Viejo todavía esperan que las organizaciones cuenten a la gente qué objetos y materiales encontró bajo los pavimentos que argumentaron el proyecto de intervención.

El trabajo del Comité de Amigos de iglesias del Casco Viejo es loable desde la perspectiva de poner en el plano de la participación social y opinión pública pero no suficiente. Revestir al Comité de transparencia e idoneidad técnica y garantizar la participación del Estado, fortalecerá la gestión y será garantía de la debida conservación del objeto de interés.

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