El Panamá del New York Times.


Orlando Acosta. Mayo de 2013.

Una amiga mía desde Jamaica y de reciente visita por Panamá, me compartió un artículo del New York Times en su sección Travel del 3 de mayo de 2013.  El extenso artículo reseñaba un  Panamá moderno, elitista, brillante, único, rico, opulento y marginal.  Tim Neville –periodista del diario neoyorquino- la pasó bomba entre los restaurantes del Casco Viejo en compañía de artistas y chefs.  Se asombró por la cantidad de iglesias que existen confinadas en las siete cuadras del barrio.  El hombre cobijó su cansado cuerpo en el confort de uno de los hoteles boutique más in del Casco Viejo, cubierto con sabanas de algodón egipcio de 900 hilos, mirando por su ventana el bucólico escenario que le hizo recordar la cinta El Sastre de Panamá.   

El paso del periodista por la ciudad estuvo bajo el cuidado de panameños-artistas, cocineros- y el contacto de inversionistas americanos que bajo una única oportunidad lograron lucrar  con la especulación inmobiliaria en uno de los barrios que se transformó en el más elitista y caros de la ciudad. 

La aventura socio-culinaria  en ciudad Panamá se confundió entre grandes torres de cemento y cristal, pescado frito en forma de hot dog e historias y  heroicas historias  de redimidos pandilleros urbanos. Neville no tiene queja de la visión que como luciérnaga encandilada tuvo de la imagen urbana, la gente y la cultural de la ciudad de Panamá.

Al kilómetros al este del Casco Viejo, más allá de las playas de Panamá Viejo, las mismas que vieron fundar la primera ciudad del Pacífico Americano, miles de panameños pasan –en interminables filas-  madrugadas y noches para lograr un asiento en el Metrobus- moderno, eficiente y confiable modalidad de transporte urbano- que trata de trasladar a las gentes a sus trabajos o bien tratar de dormir un par de horas bajo los techos de las minúsculas casas que le sirven de casa.  La crisis de transporte urbano y movilidad  ha registrado los mayores niveles de conflicto y contradicción, realidad que ha encarado sin éxito  la administración pública.  La solución se ha soportado de millonarias inversiones públicas y monopólicas empresas del sector privado para para articular un sistema integral. Al esfuerzo se sumaron millonarios proyectos carreteros para mejorar la vialidad urbana-proyectos que arremetieron mediante la construcción de una cinta costera contra el patrimonio cultural  panameño y universal, destruyó los manglares costeros  y cambió para siempre, el perfil del paisaje marino la bahía de Panamá.   Se hace obvio que a este Panamá el periodista no tuvo acceso.

Un número importante de panameños no tiene acceso a agua potable de forma regular. Los Objetivos del Milenio de la ONU proponen  reducir antes del 2015 a la mitad la deficiencia en la cobertura de agua. Para que Panamá logre esta meta, es necesario hacer mucho más que inversiones en hoteles y carreteras. Se demanda reforzar la institucionalidad rectora del sector agua que  según expertos locales, se requiere más que recursos de inversión. Se necesita ejecutar un política de uso y conservación de los recursos hídricos y una transformación del sector agua.

El  Estado ha asignado cerca de 200 millones de balboas para la mejora de los sistemas de abastecimiento de agua y saneamiento en la región metropolitana.  En el corredor entre Panamá y Colón la demanda de las comunidades por servicios de agua potable es noticia del día a día.  Comunidades enteras del sector oeste reclaman por el suministro de agua.

La semana pasada, la misma mañana en que la Sra. Bulduc- representante de la oficina del PNUD-  presentaba el  informe de Desarrollo Humano (El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso)  una mujer de 19 años, embarazada, pierde la vida y la de su hijo no-nato sepultados bajo detritos humanos en una letrina en la  comunidad de Chapala a 30 minutos del opulento Hotel Miramar donde estábamos reunidos escuchando el Informe.   No creo que la creciente economía panameña haya logrado cambios significativos en la calidad de vida de la mayoría de los panameños.  La economía creciente de Panamá no ha logrado impulsar cambios significativos para la mayoría de los panameños.  El modelo económico de crecimiento excluye a un grupo importante de panameños siendo una de las peores que distribuyen el  ingreso y que genera un número no determinado de otros Panamá.

 Para los Gobernantes, ciudadanos, empresarios, políticos y Diputados las disparidades sociales y ambientales así como los desafíos para acabar con ellas transitan más allá del esfuerzo de regalar en voces de futuras campañas: estufas, jamones y tanque de gas.  El reto de acabar con la pobreza y lograr el acceso a agua y saneamiento se transforma en un compromiso ético, cristiano, solidario-valores no conocido por este grupo de panameños.

 

Los cambios radicales de los otros Panamá serán el resultado de una acción que marcha más lejos de la superficialidad y el ojo de un visitante fortuito que tuvo el privilegio de pasar por estas costas y reportar desde el trópico la asombrosa y contradictoria realidad de nuestra cotidianeidad y que lo deposito en una participación activa de panameños comprometidos con la equidad y el desarrollo humano.

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