Cambio climático y vulnerabilidad.El laberinto de la crisis.

http://www.prensa.com/impreso/opinion/el-laberinto-de-la-crisis-orlando-acosta-patino/142244
La vulnerabilidad climática es resultado de las condiciones extremas en el clima que afectan   la sociedad. La vulnerabilidad climática es un fenómeno global y tiene efectos importantes sobre toda la dimensión de la realidad como la conocemos. Las recientes inundaciones en Colón, Arraiján, Chorrera y Capira son   temas bajo el alcance de esta dimensión. Se visibilizan varias aristas al problema, desde el cuestionamiento en la construcción de viviendas en áreas vulnerables y diseños inapropiados.  Presumible ejecución de obras apresuradas y amparadas bajo objetivos políticos de una agenda de gobierno de cinco años, entre otros.
Lo real y doloroso es una población de panameños y panameñas vulnerables que no tienen casa, alimentos ni agua buena para beber, pueblos incomunicados por colapso de infraestructura y pérdidas económicas millonarias.  Bajo pérdidas  invaluables y sin posibilidad de ponderar,  están las vidas humanas. 
La falta de capacidad de las instituciones oficiales en manejar la crisis o emergencia,  coloca  la discusión de los políticos en el uso del Fondo Soberano, que se debate entre argumentos de pertinencia, transparencia y posible corrupción.
La crisis ambiental, urbana,  hídrica, de infraestructura y  sanitaria,  tiene  varias lecturas. La ausencia de una política de Estado con relación al cambio climático y el desarrollo de plan nacional sectorial  para reducir la vulnerabilidad con relación al mismo fenómeno es parte de ello.  Estos dos elementos articularían una acción concertada, científica y organizada que aborde, analice, prevea y resuelva un escenario de crisis como resultado del cambio en el clima.   La realidad es que las lluvias constantes y abundantes han tenido consecuencias inmanejables en lo urbano, en lo sanitario, en lo alimentario, en caminos, puentes y carretera, en el abastecimiento de agua, en el turismo y en los recursos costeros. 
En otras palabras,  toda la dimensión del escenario del desarrollo de la sociedad panameña está afectada por el cambio en las condiciones del clima.  En Panamá esta realidad no suma votos ni se traduce en gorras, ni en jamones ni sarta de ajos regaladas en la Plaza del Hemiciclo Legislativo. La realidad demuestra es que no estamos tomando decisiones científicas bajo una dimensión tecnocrática para prever las dificultades que el cambio climático impone.
Las inundaciones, los deslizamientos, el colapso de carreteras y puentes,  los desaparecidos, la falta de agua potable es el laberinto  donde el Ejecutivo,  como Minotauro ávido de sangre,  olfatea los millones de recursos “soberanos” para atender la crisis que hubiera sido posible prever bajo una visión tecnocrática promovida y coordinada por el Estado bajo la administración de Gobierno. La crisis es absolutamente previsible y asunto que atañe a la política de Estado con relación a vulnerabilidad y al cambio climático. 
La discusión del uso del Fondo Soberano no llega siquiera a abordar esa dimensión. Lo que se si puede ser prevista es la posibilidad de solventar el déficit fiscal que ha provocado un exceso de proyectos llave en mano contratados por esta administración gubernamental. La remota posibilidad de evaluar la capacidad técnica y de logística de las empresas locales para ejecutar obras en contexto de emergencia es real.  La mayoría de las empresas locales y extranjeras están con manos llenas y la propuesta de crear empresas fantasmas es una nube, que como gallotera,  avanzan a hacerse soberanamente de los fondos públicos y dar respuesta a la catástrofe en que estamos inmersos.
Es necesario fortalecer la institucionalidad del Estado mediante el reconocimiento de los instrumentos científicos de gestión ambiental y territorial para hacer frente al cambio climático y reducir la vulnerabilidad.   
Estamos hablando de una Autoridad Nacional del Ambiente fortalecida con un sistema de evaluación ambiental técnicamente robusto,  con un sistema de cuencas hidrográficas que integre la gestión de agua con un Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial formulando, discutiendo y validando esquemas de ordenamiento y planificación del territorio.  Un Ministerio de Salud con un sistema de atención de salud primaria en eventos de crisis.  Un Ministerio de Obras publicas que integre la visión de vulnerabilidad hídrica dentro de sus esquemas operativos de planificación y diseño. Una coordinación efectiva en la cuenca del Canal de Panamá para reducir el impacto de los cambios del clima entre la población y el ambiente.  No olvidemos la circunstancia de crisis que generó La Purísima en el 2010 en el abastecimiento de agua a la población de la región metropolitana.  Aun el sistema de abastecimiento (producción y distribución) de agua potable no se resuelve.
La administración del Estado y las instituciones de Gobierno tienen que ser dotados de recursos humanos, financieros y fomentar el respeto de la institucionalidad y los procesos de evaluación ambiental y territorial donde la dimensión de vulnerabilidad y cambio climático permee todas las esferas de acción gubernamental. Panamá no puede seguir atribuyéndose la tierra donde Dios nació.  Para los creyentes,  Dios no tiene que ver si llueve más o menos, ni que si los puentes o carreteras colapsen.   
Es responsabilidad de todos los panameños y panameños exigir que nuestros gobernantes y administradores se vuelquen al interés social y colectivo para hacer frente a los problemas que impone el cambio climático. Aquí yace la responsabilidad soberana de nuestros gobernantes y no en discursos demagógicos y asistencialistas que no van a resolver el tema de fondo y bajo una visión de largo plazo.  

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