Las olimpiadas como afirmación cultural.

 Orlando Acosta, 13 de agosto de 2012.


Imagen de la ceremonia inaugura de los juegos olimpico de Londres 2012.  Los anillos simbolo de los juego, luego de fraguados se elevan sobre el estadio en un juego de luces y fuegos artificos. 
 


Los medios divulgan declaraciones del edil de Londres, Boris Johnson, cuando reporta que los juegos olímpicos en la capital británica dejaron a la economía más de trece mil millones de libras, un equivalente a veinte mil millones de dólares. La visitación a la ciudad de las olimpiadas 2012 fue del 300 mil visitantes dejando un lleno total de hoteles y todos los demás ingresos por servicios que de allí se derivan. El deporte y las olimpiadas fueron un negocio para los británicos y una ventana para hacer una afirmación cultural.

Desde la ceremonia de inauguración-llamada la Isla de las maravillas- que recorrió la campiña británica- desde lo rural a lo urbano para colocar en perspectiva temas que evocaron la sociedad agraria hasta la revolución industrial. Los anillos simbólicos de los juegos olímpicos fueron forjados en escena bajo la reminiscencia de las siderurgias del acero. Identifiqué elementos como el Castillo de Edimburgo, la London General Omnibus Company, las dos guerras mundiales y varios otros eventos de la historia contemporánea cosidos en un fantástico espectáculo visual y artístico. No falto Peter Pan, Mary Poppins, ni Shakespeare, ni Jame Bond ni la Reina lanzándose desde un helicóptero, ni Van Gelis y Chariots of Fire bajo el humor y sátira de Mr. Bean, así como la referencia y las piruetas de Billy Eliot. El sabor de la fiesta inaugural de los juegos olímpico en Londres fue absolutamente cultural. Los británicos restregaron con orgullo los aportes en la ciencia, tecnología, música, cine, literatura y en casi todas las dimensiones del conocimiento moderno en un recorrido de tres siglos de civilización bajo la dirección del cineasta británico Danny Boyle.

El marco territorial urbano se reivindica con el destino de la millonaria inversión urbana para la revitalización de barrios enteros del Londres del siglo XXI y lleva la atención a hitos urbanos de carácter patrimonial-no solo bajo un criterio histórico- sino también bajo el reconocimiento moderno y reciente de obras como el London Eye levantado en el amanecer del segundo milenio, hasta edificios como La Torre de Londres y el London Bridge. La propuesta de comunicación del acto de inauguración y clausura no dejaron de llamar la atención de la campiña británica para llevarnos hasta los altos hornos y acerías de Belfast y el marco natural del ancestral río Támesis.

Esta entrega, por limitaciones de espacios, no tendría posibilidad de comentar y citar los largos elementos de la producción musical que fue deleite de los millones de televidentes, así como los cientos de atletas- representando la diversidad mundial- apiñados en la cancha del más fabuloso estadio olímpico visto.

En contraste, la decepción panameña de los juegos olímpicos lo determinó la nota sicológica de dos de los más grandes atletas de talla mundial como lo son Saladino y Edward. Ambos cometieron faltas-a mi juicio- de carácter emocional, denotando la ausencia de una formación y asistencia de este aspecto de la competición, que considero es parte de la integralidad del desempeño olímpico. El esfuerzo personal de la joven atleta Carolena Cartens no tiene referencia alguna. La representante panameña en Taekwondo es personal y lejos de un apoyo o asistencia oficial. No dejaré de mencionar la ausencia de representantes en el boxeo. Panamá tierra de campeones mundiales es incapaz de formar boxeadores para representarnos en los juegos olímpicos, acá una de las contradicciones de este trópico irreal. Tampoco envíanos beisbolistas y lejos jugadores de futbol.

Lo visto en el espectáculo inaugural y de clausura en Londres, así como el resultado en el medallero de oro, se traduce en un reconocimiento de la inversión por décadas-sino siglos- en cultura y deporte. La cantidad de músicos, intérpretes, compositores y atletas es resultado de una inversión sistemática y un reconocimiento en la producción musical y deportiva británica.

¿Cuánto invierte Panamá en deporte? ¿Cuánto es la inversión en cultura? ¿Cuánto es la asignación estatal para la formación de músicos en Panamá? ¿Cómo reconoce nuestra sociedad los elementos universales de carácter urbano y regional como Panama Viejo, Portobelo y San Lorenzo? ¿A dónde posicionamos a músicos vivos como Danilo Pérez y otros ausentes como Roque Cordero y Alfredo Saint Malo, por mencionar los más reconocidos? ¿Cuántos atletas de talla mundial se han quedado sin explotar por falta de estadios y entrenadores?

Panamá como sociedad abierta al mundo no tiene menos elementos que la británica. Tal vez la diferencia entre los unos y los otros es reconocer y determinar que ausencia de una educación integral y el reconocimiento de los valores que nos distinguen, nos tienen sumido en la pobreza espiritual sin la posibilidad de hacernos remontar en los escenarios y referencia universales. La cultura se trata de esto. A Panamá y a nuestra gente nos falta la magia de descubrir, reconocer, practicar y valorar, bajo una visión de honestidad, ética y universalidad, la promoción y validación de los tesoros humanos, urbanos y territoriales que aún nos falta por entender, conservar y divulgar.

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