El cuento ruso de San Lorenzo y Portobelo.

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Orlando Acosta, 24 de julio de 2012.

Foto. Santiago de la Gloria sepultado por alúd de lodo, agua y piedra en diciembre de 2010


El tema de la conservación de San Lorenzo y Portobelo-calidad patrimonio mundial-vuelve a ser objeto de los medios de comunicación. Mis comentarios los considero oportunos en términos de mantener a la gente informada sobre decisiones que nos pertenecen a todos. A fin de cuenta el patrimonio histórico es de todos los panameños así como los dineros que dizque se invierten para su conservación. Me llama la atención la oportunidad perdida en potenciar el turismo cultural y apuntar a los procesos de identidad y cultura.

Después de haber sido re categorizado como patrimonio en peligro, desde San Petersburgo, el Comité de Patrimonio Mundial, recomendó, entre algunas medidas, que el Estado panameño dedique esfuerzos en  diseñar, aprobar e implementar bajo un plan de emergencia con tope al 2015. Este itinerario de acciones debe incluir, entre otros componentes, una evaluación completa de los riesgos estructurales, con medidas preventivas y de mantenimiento de San Lorenzo y Portobelo. Mediante esta acción evitaremos que San Lorenzo termine al fondo del barranco en la desembocadura del Chagres y que Santiago de la Gloria sea tragado-otra vez- por el cerro que se le desliza con los torrenciales aguaceros de diciembre. Esta recomendación es lógica y sencilla.

En ausencia de una política de conservación patrimonial, la UNESCO, invita al Estado panameño a la formulación y ejecución de políticas y leyes nacionales definidas para la conservación del patrimonio construido de San Lorenzo y Portobelo. Finalmente el veto de la Ley de Cultura hizo eco hasta la ciudad de invierno del Zar Pedro el Grande. Se hace necesario actualizar la política de conservación monumental panameña mediante una Ley de Cultura que debe desarrollar este asunto. Se demanda la definición de la política cultural que tiene que ir más allá de la protección de las piedras arruinadas de las fortificaciones del Caribe panameño.
Debe entenderse que las fortificaciones de Portobelo no se encuentran en medio de la nada, sino que el poblado ha crecido alrededor, encima y dentro de las ruinas. Las acciones demandan-por lógica- y no caprichos rusos- la conservación del sitio mediante la integración de estas acciones a los planes de desarrollo urbano territorial con el propósito de controlar la presión urbana y detener la degradación. Este aspecto demanda el reconocimiento de la existencia de otras hierbas y entender que hay disciplinas llamadas desarrollo urbano aplicado desde los escenarios municipales, que existen como práctica y que pueden ayudar a resolver el tema.

Como el cuento del huevo y la gallina, nadie sabe dónde termina y comienza San Lorenzo ni Portobelo, el primero no se le conocen los limites desde cuando el área revirtió al Estado co n los Tratados del Canal. Treinta años más tarde no hay excusa para no haber resuelto este asunto. De igual manera los límites del sitio patrimonial de Portobelo no se encuentran bien definidos y las actividades económicas e infraestructura de servicios como hoteles, muelles y no siguen un criterio que coadyuve al objetivo de conservación. La finalidad de conservación no puede estar ausente de un mecanismo de planificación urbano que controle o regule las actividades del poblado.

Como en todo negocio, nada puede ser resuelto sin una inversión financiera. El Comité de Patrimonio Mundial recomienda asegurar los presupuestos para la preparación, implementación y seguimiento de los planes para la administración y conservación de los sitios. Ningún centro de visitantes, señalización de los fuertes, museos en sitio ni obras de conservación se puede realizar sin platas. Se requieren asignar recursos para asegurar, mediante planes anuales, la consolidación y conservación a largo plazo de San Lorenzo y Portobelo y hacer dineros del cacareado negocio del turismo cultural. Con información y un plan de comunicación formal y público tampoco lograremos educar para la conservación y el desarrollo, alimentando entonces las bases de procesos de identidad y cultura.

La continuidad del patrimonio cultural panameño de reconocimiento universal es un asunto que demanda discusión amplia y transparente, voluntad política y asignación de recursos. Todo este proceso avanza primero por un camino de conocer por qué estos sitios son importantes y reconocernos en el compromiso de darle permanencia y continuidad para los ciudadanos de Panamá y el mundo.

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