Entre el fritódromo de Barraza y el futuro del Casco Viejo.



Orlando Acosta 22 de junio de 2012


Aun no dejo de salir del asombro ante la explicación del Ministro de la cartera de obras públicas cuando la mañana del 22 de junio de 2012, declara desde lo que quedó de la Avenida Balboa, ante los medios de comunicación, sobre el alcance de la III fase de la Cinta Costera. Mi interés en la entrevista llegó al clímax del absurdo y el irrespeto cuando el Ministro hacía referencia a un Maracaná que no queda en Rio de Janeiro y de las bondades de un fritódromo-que incluye el proyecto-para que las hordas chorilleras mitiguen su miseria y salgan de la pobreza y marginalidad que los aqueja.

Justificar el viaducto para generar un relleno en Barraza para que los pobres aticen fogones mientras construye un Estadio que pertenece a otro lado, es la justificación más absurda que sostiene la extensión de la cinta costera hacia el Chorrillo y la permanencia de los valores del Casco Viejo. La justificación se cae de su peso cuando la inversión millonaria, que trata de resolver los problemas de vialidad y funcionalidad urbana, anuncie el encajonamiento de los ocho carriles a las islas de Amador.

Mi observación no admite el trato bajo estereotipadas apreciaciones sobre los habitantes del barrio, cuando se concluye que los Chorrilleros comen pescado y patacones fritos. El destino del Casco Viejo y la justificación para que mantenga su condición de Patrimonio de la Humanidad serán llevados a San Petersburgo por la titular de Cultura utilizando los argumentos del Ministerio de Obras Públicas. Creo que el resultado será el esperado y los sorprendidos serán los menos.

Hemos de tomar las declaraciones públicas del Ministro y de la titular de Cultura como aquellas que agotaron todos los foros de discusión pública que discutieron a fondo el destino y la modalidad de inversión de los fondos públicos para conciliar los problemas de vialidad con los criterios de conservación patrimonial. Transparencia exudan los esfuerzos de Gobierno para justificar las acciones sobre el Casco Viejo.

En contra punto, en otras latitudes, valoran los Cascos Históricos como espacios públicos y sitos de creación e integración culturalpor lo que cualquier propuesta sobre el centro histórico tiene que estar presente esta triada indisoluble: ciudadanía, ciudad y Estado porque solo de esta manera se tendrá más ciudadanos para más ciudad y, a su vez, más ciudad para más ciudadanos. (Francisco Carrión, 2012).

Creo que el pensamiento social de los panameños se encuentra lejos de las reflexiones que hacen los urbanistas y cientistas sociales sobre la razón y la naturaleza del patrimonio construido, particularmente de los centro históricos latinoamericanos.

El legado y resultado de una gestión de gobierno será recordado por generaciones cuando encontremos las arcas del erario público comprometidas más allá de las generaciones por venir y con la culpa moral de no haber tomado las mejores decisiones para garantizar – a ellas- el goce de los valores patrimoniales de la ciudad marina, que en su momento nos empeñamos en destruir.

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