Réquiem para un gigante.

Réquiem para un gigante. "Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis".

El pasado 18 de noviembre de 2011 se desploma-de manera inesperada- uno de los gigantescos árboles de corotú en el área contigua al monumento de Goethals en las faldas de colina del edificio de la Administración de la Autoridad del Canal de Panamá. Este ciclópeo árbol, como centinela de carácter casi perpetuo, dejó de existir como parte del paisaje de uno de los lugares más emblemáticos en el área del Canal de Panamá. Bajo la generosa sombra de sus ramas importantes eventos de la historia canalera vieron la historia pasar: desde la ceremonia de la transferencia del Canal en diciembre de 2000 y forma retrospectiva, la marcha de los estudiantes panameños que una vez corrieron en reclamo de la soberanía sobre los territorios de la Zona del Canal.

No estamos seguros la fecha exacta cuándo fue plantado el grupo de árboles de corotú en el sector de El Prado, lo cierto es que éste es el conjunto urbano más sobresalientes del proyecto en la Zona del Canal, el cual fue diseñado y construido entre 1914-1915 por el Arquitecto Austin W. Lord durante el tiempo que se desempeñaba como rector del departamento de arquitectura de la Universidad de Columbia y arquitecto contratado para brindar servicios en la primera empresa canalera: la Comisión del Canal Ístmico. Por su carga simbólica y calidad urbanística –y de nuestra opinión- este espacio debe ser sujeto a un tratamiento especial que garantice su continuidad como conjunto urbano-natural de carácter histórico.

La altura del árbol caído se estimó entre unos 35 metros y su diámetro al momento de su desplome, podría ser abrazado por lo menos cinco hombres adultos tomados de la mano. Lo más notable de su característica era su frondosa copa la cual se extendía de manera notable sobre todo el espacio que ocupaba. Es poco probable que tengamos oportunidad de presenciar un evento como el que documentamos hoy. El árbol de corotú a quien dedicamos estas letras probablemente le tomó al menos unos noventa años para alcanzar su madurez completa.

El evento de la caída del árbol llama la atención sobre el mantenimiento y evaluación del estado y condición de sus hermanos y considerar la posibilidad de su rehabilitación o reemplazo, tarea que se integra a la agenda de especialista y planificadores del Canal. También se acaricia la siembra de un grupo de árboles emblemáticos para que bajo el dosel de sus sombras sean resguardadas los momentos futuros en que el Canal se consolide como eje del centro de transporte y logística mundial, y que nuestros nietos celebren y recuerden, a través del asombro de la naturaleza, la presencia y compromiso de los hombres y la mujeres canaleras del siglo XXI.

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