Vialidad urbana, cinta costera y conservación patrimonial

ORLANDO ACOSTA
xolikhan@yahoo.com


2011-11-06 Las comparaciones son odiosas, pero sirven de referencia. El Municipio de Quito trata de encontrar soluciones para peatonalizar de manera permanente el centro histórico de la ciudad, mediante simulaciones y decidió suspender el tránsito vehicular del 23 al 25 de septiembre pasado.

A diferencia de Quito, en Panamá iniciamos la construcción de la fase III de la Cinta Costera en El Chorrillo, sin completar los estudios que demuestren la solución técnica que posibilitará resolver los temas de movilidad y conciliar los criterios de conservación histórica del Casco Viejo.

Fernando Carrión, en una entrega sobre la peatonización del centro histórico de Quito, presenta información que permite extrapolar y comparar Quito con Panamá. Ambas ciudades tienen aspectos comunes en cuanto a morfología y situaciones geográficas y administrativas que modelaron su crecimiento. Quito, tiene en el sentido Norte—Sur más de 45 kms. lineales y en el sentido inverso (Este—Oeste) existen zonas que no llegan a los 5 kms. de longitud. El centro histórico se encuentra en esa garganta como centro geográfico de la ciudad y pieza clave entre el Norte con el Sur. La propuesta de peatonizarlo tendrá importantes efectos funcionales, que serán validados con la prueba realizada. Finalmente, dice que ‘no se puede peatonalizar el centro histórico sin contar con estudios de movilidad, de infraestructura vial, de transporte público y privado, de existencia de estacionamientos, del impacto en los temas identitarios, de la fragmentación urbana, entre otros’.

Panamá creció hacia el Este bajo el alineamiento de ejes viales, al Oeste quedó limitado por el cauce del Canal, al Sur por el océano Pacífico y al Norte por la antigua Zona del Canal. El centro histórico quedó arrinconado bajo estas condicionantes. La ciudad de Panamá es una urbe congestionada, con una infraestructura pobre con requerimientos de intervención urgente. El modelo de crecimiento de barriadas dispersas sin servicios ni equipamiento urbano, con un servicio de transporte colectivo de mala calidad favorece el uso del automóvil para resolver los temas de movilidad. El resultado lo vivimos a diario. El Casco Viejo queda atrapado entre sus condicionantes geográficos—históricos—funcionales y los requerimientos de integrar el gran espacio metropolitano en un eje Este—Oeste.

A diferencia de Quito, en Panamá la solución de la vialidad urbana se está haciendo sin simulaciones, sin estudios ni evaluaciones. Las decisiones tienen el alto riesgo de equivocar la solución con la perdida irreversible del patrimonio nacional. No se sabe cuáles resultados arrojaron los estudios del túnel ni del viaducto. Toda la información es opaca y gris. Esta falta de transparencia reviste de duda e impone un proyecto vial de millonaria inversión. Sí es clara la necesidad de resolver los temas de movilidad y vialidad de la ciudad, así como de la integración del sector Oeste con el centro administrativo y de servicios. Lo que no queda claro es la evaluación y la decisión de la solución vial para conservar los valores patrimoniales del Casco Viejo y resolver estos problemas.

Estamos frente a otra decisión como la de la Tusa Financiera, que luego de haber demolido un edificio emblemático y gastado casi $8 millones, se determinó que no era la mejor solución. ¿Tendrá el Casco Viejo la misma suerte que el edificio de la antigua Embajada? Los recursos culturales son frágiles y no renovables. Una vez destruidos no hay posibilidad de restituirlos en los atributos que los sustentan.

La intervención del Centro Histórico de la ciudad de Panamá demanda una evaluación responsable, bajo criterios técnicos y orientados en los más estrictos intereses sociales. Demanda transparencia y participación, lo que finalmente se traduce en un ejercicio democrático y la continuidad legítima del patrimonio nacional y universal.

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