¿Cocinando o Inventando ciudades?

¿Cocinando o Inventando ciudades?

Panamá, septiembre del 2011. El Ejecutivo anuncia el inicio de obras para el relleno en Barraza de Chorrillo sin haber sido definida, evaluada ni discutida la solución técnica para resolver el tema de vialidad urbana y mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes panameños. La cinta costera fase III avanza sin ser aclarado su objetivo. A este sancocho urbano se le añade el ingrediente de la ruptura de la alianza de gobierno, dejando a Madame Kalalú el vaticinio sobre el futuro de ese proyecto. Ahora el guiso se marina con un cuarto puente sobre el canal y tren liguero incluido. Revolvemos rápidamente el orden institucional y se analiza el estudio de impacto ambiental en algo así como ocho días para evaluar un relleno de casi siete hectáreas en la bahía. El rompeolas se describe como una amenidad turística para mitigar el impacto de las corrientes sobre el desprotegido muelle fiscal, obra que fue evaluada y construida dentro de lo previsto en el proyecto de la cinta costera en su fase II y su estudio respectivo.

La bahía no se está en llamas, lo que está sucediendo sobre el horizonte y su entorno urbano está cubierto por la cortina de humo que impone la discusión de una segunda vuelta electoral que nadie entiende cuál es su propósito.

La bahía de Panamá y el perfil urbano de la ciudad se modifica mientras nos distraen en un asunto que al final será resuelto ante la Corte Suprema de Justicia bajo el dictamen de los honorables Magistrados. El resultado de esta mezcolanza de decisiones, proyectos y reglamentaciones dejará entre otros malestares, un legado urbano: plato incomible que será difícil digerir por generaciones enteras de panameños y panameñas. Estas acciones contrastan con el compromiso y la responsabilidad de legar una ciudad memorable en el marco de la ampliación de un canal.

Panamá ciudad es afirmada y reconocida como un ejercicio urbano notable hito en la historia de América y para la civilización, por ello se hace necesario seguir machacando y destacando que su intervención es una oportunidad excepcional. América resultó tierra fértil y en algunos casos virgen para la construcción de ciudades por parte de los colonizadores europeos en el siglo XVI.
A la llegada de españoles y portugueses ya en Mesoamérica y Sudamérica existían grandes complejos urbanos de civilizaciones americanas. Los mayas, aztecas e incas hicieron gala en la construcción de grandes centros urbanos- incluso de mayor desarrollo y sofisticación- con mayor población que otras europeas contemporáneas al momento de contacto. En otros casos el territorio se planteó como tabula rasa para el proyecto ideológico, político y económico que fueron las ciudades.

Panamá fue la primera a orillas del Pacífico, allí uno de los valores universales que le han sido reconocidos y por ello su categoría de patrimonio mundial. Sobre el territorio Luso-Americano están Rio de Janeiro y Salvador de Bahía, en ésta última el barrio del Pelouriño, el cual por su unicidad, también se le reconoce una condición de patrimonio mundial.

En los primeros siglos de la conquista estas ciudades se transforman bajo la guía de hombres como Juan Mauricio de Nassau-Siegen, Pieter Post y Pedrarias Dávila, entre otros. Hombres y mentalidades célebres que concretan el proyecto de ciudad como motor político e ideológico que transformaron sus ideas y sueños en edificios, plazas, puertos y caminos.

La organización del espacio y la construcción de todas estas ciudades son eventos que atienden a una intención, a una configuración geopolítica sobre la base de la explotación de recursos naturales, al comercio mundial y otros criterios.

En la era moderna más reciente de la historia del Brasil, nombres como Juscelino Kubitschek, Lucio Costa y Oscar Niemeyer se reconocen como artífices de otro ejemplo notabe para la civilización. Brasilia ciudad modernista del siglo XX es considerada como la epopeya brasileña del siglo pasado: obra y espíritu de grandes estadistas, urbanistas y arquitectos.

En su momento el Presidente Kubichek fue comparado con un príncipe del renacimiento: al convocar y concertar para el diseño y construcción de la capital del continente brasileño a los mejores hombres del Brasil. No fueron escatimados ideas ni recursos para llevarla a su materialización. Brasilia ideada y construida en la década de los 50 en el medio de nada se reconoce como el monumento modernista más célebre de todos los tiempos. Brasilia cumple después de más de cincuenta años con el proyecto geopolítico bajo las mentes e intención política sobre la cual fue ideada. Por esta razón y otras muchas más se le reconoce bajo la categoría de patrimonio de la humanidad. Brasilia se suma a Panamá y el Pelouriño en Salvador de Bahía a una cofradía de ciudades y espacios únicos construidos por la civilización.

Las ciudades son el escenario sobre los cuales los recursos del Estado en conjunción con los sectores privados dan continuidad a los valores universales que las distinguen. Las inversiones públicas y privadas bajo la guía de novedosos y excelentes diseños que exhiben tecnologías de punta bajo un enfoque social se reconocen y construyen como los elementos aglomerantes e integradores de los valores humanistas de las sociedades dentro de las cuales son insertas. Hoy día también las ciudades enfrentan la crisis o el reto de romper barreras espaciales y económicas para generar espacios ambientalmente sanos y equitativos. Allí también hay retos y desafíos de importancia que demandan creatividad, recursos y sentido social.

Los gobernantes, los ciudadanos, los capitales privados bajo la guía de normas claras inventan ciudades para generar un entorno democrático y transparente. El recurso que otorga la alta tecnología está disponible para producir eventos materiales llamados ciudades para que trasciendan los siglos. Esta oportunidad no debe perderse. Estas acciones los hacen elevarse sobre la historia para quedar registrados en la memoria como los grandes hombres y no los cocineros de las ciudades eternas.

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