Vacíos en la administración del patrimonio cultural




El derrumbe del Hotel Central es el hueco más evidente que deja mostrar la fragilidad e inoperancia de la institucionalidad responsable en la custodia y administración del patrimonio cultural panameño. La ruina y los escombros que quedan de uno de los edificios más emblemáticos en la plaza Catedral de la Ciudad de Panamá es el resultado de la ejecutoria de una institución débil, que se dobla ante los intereses privados locales y foráneos que no quieren sino lucrar en desmedro de los valores patrimoniales de la sociedad panameña.

Entre el fétido tufo de la institucionalidad responsable de la custodia y administración patrimonial flotan una serie de preguntas que deben ser respondidas ante la sociedad panameña.
¿Qué sucedió realmente en el caso del Hotel Central y la demolición de su interior y el posterior derrumbe de las fachadas y el muro lateral del edificio?
¿Cómo la inversora de capital catalán, Inversur, logró los permisos y aprobación de planos ante la Dirección de Patrimonio Histórico?
Si la Promotora Inversur no tiene experiencia en intervenciones de restauración, pregunto: ¿cómo se le otorgó la tarea de intervención de un edificio de estas características?
¿Qué trayectoria tenía la Constructora Arco en procesos de restauración? ¿Se otorgaron permisos para restaurar o demoler el edificio?
¿Qué interés tuvo el Ejecutivo en la gestión de los permisos de la obra?
¿Cuáles fueron las presiones recibidas ante la institucionalidad y las flexibilidades en la aplicación de los reglamentos que regulan las intervenciones en el Casco Viejo?

En otras palabras, ¿cómo se aprobaron los planos de la obra?
¿Qué rol jugó la Oficina del Casco Antiguo en este proceso?
¿Revisó y otorgó la Comisión Nacional de Monumentos Históricos las aprobaciones correspondientes para la intervención del edificio?
¿Cuántos informes de inspección se realizaron a la obra durante la intervención
¿Cuáles medidas correctivas y preventivas se aplicaron luego del primer derrumbe, para prever y evitar lo que sucedió la semana pasada?
Gravitan sobre este caso una serie de preguntas que, lejos de ser contestadas, dejan en evidencia los problemas más graves que se ciernen sobre la administración, conservación y continuidad del patrimonio cultural panameño.

Ante esta lamentable situación,
¿cuál es el siguiente paso qué debemos esperar bajo el supuesto de una sociedad sensible frente a su historia y su legado monumental?
¿Cuál es la siguiente acción ante una institucionalidad responsable, transparente, técnicamente fortalecida para cumplir con su rol en la conservación patrimonial?
¿Estaremos frente a una situación en la que vamos a ver caer como filas de dominó todo el conjunto monumental de Casco Viejo?
¿Vamos a dejar que los tesoros invaluables de nuestro patrimonio se desplomen, ante la vista insensible de la institucionalidad, y que desaparezcan ante el apetito empresarial por interventores mediocres?
¿Cuál es el vacío cultural que dejará en nuestra memoria la conducta inmoral e insana de quienes administran nuestro país y nuestro patrimonio?
Urge una acción colectiva para lograr la conservación del Casco Viejo y las preguntas ante los escombros del Hotel Central no tendrán capacidad de responder las preguntas que apuntan a los vacíos y debilidades de nuestra institucionalidad responsable en la conservación del patrimonio cultural panameño.


Publicado en La Prensa, Opinión del lector, 8 de febrero de 2010

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