Tamarindo


El tamarindo es originario del África y crece, incluso en la gigantesca isla de Magadascar. Llega a la India desde donde se propaga por Persia y por todo el mundo Arábigo. En India se lo conoce como Imli, en los países árabes se le conoce como tamar hindi o dátil de la India. En el continente americano se le llama tamarindo y se encuentra en los trópicos, islas del Caribe y por supuesto en Panamá.

¿Quién no se ha comido una bola de tamarindo? Solo evocar su nombre se vuelve agua el paladar. La cosecha del fruto, al menos hasta donde conozco, es un proceso particular. La fruta “hecha” cae del árbol cuando sus ramas son sacudidas. Al pie del árbol, en sábanas o lonas, son recogidos los frutos maduros. La fruta es amasada y con ayuda de azúcar refinada se logra arrancar la pulpa de la semilla. La pulpa se hace bolitas y las bolitas rodadas sobre azúcar quedan listas para tu boca. Otros cuecen la pulpa con raspadura, y con ella se prepara la refrescante chicha de tamarindo. Al menos así se come y se toma el tamarindo en Panamá.

Nuestra herencia cultural tiene fuertes vínculos con el tamarindo. La belleza del árbol y el sabor de sus frutos son legendarios. ¿Has estado en la Isla de Taboga y habrás notado cerca de la playa los centenarios árboles? La última vez que visité la isla, aún seguían en pie: que alguien que me diga si aún permanecen allí.

Los tamarindos de Taboga son los mismos que Roberto Lewis plasmó en los murales del Palacio de Las Garzas. El Salón de los Tamarindos probablemente es uno de los más exquisitos del edificio. Lo que el maestro Lewis logra plasmar no es solamente el retrato de una de las escenas más románticas de nuestra época republicana, sino un homenaje al humilde fruto.

Tamarindo fruto viajero de fuerte sabor y de raíces profundas. Cuando la boca se te vuelva agua recuerda los caminos andados, las imágenes pintadas y los centenarios tamarindos de la isla de Taboga.

12 de diciembre 2007

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