La dama, la torre y la perla

Este artículo fue publicado con anterioridad en celebración del día internacional de la mujer, un ocho de marzo del 2004. Encontré oportuno su publicación en este tu BLOG Estación Tropical. El tema no pierde vigencia. Incluí fotografías encontradas en la web. Espero les guste

Hay empresas que en su momento, parecen caprichos, “chifladuras”; pero cuando pasa el tiempo, no podemos más que agradecer y considerarlas en su justo valor. Celebrando este mes de marzo el día internacional de la mujer, creo oportuno no dejar pasar la fecha y hacer extemporáneo reconocimiento a una panameña excepcional.

Historia de vida privada del Panamá Colonial.
Era el año de 1915 cuando aparece editado en Nueva York, aquel brevísimo pero delicioso relato que cuenta los detalles de la vida colonial en Panamá, “Sketches of spanish-colonial life in Panamá”. Quien lo escribe, es probablemente mejor conocida por su trabajo en la Cruz Roja de Panamá que por sus talentos literarios: Doña Matilde Obarrio, Lady Mallet, esposa de Sir Claude Coventry Mallet, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la Corona Británica en Panamá y Costa Rica. Según la dama, su intento de narrar la relación familiar entre los De Obarrio durante la colonia, costeado por el esfuerzo propio, fue catalogada por la prensa local como “cosas de Matilde” por decir “chifladuras de Matilde”.

A través de una larguísima carta que escribe a Juan Antonio Susto –en ese entonces, editor-, narra cómo se destruyeron durante el Panamá decimonónico, importantes ejemplos del legado colonial: los altares de la iglesia de San Francisco, el mobiliario pontificio de la Catedral Metropolitana, los retratos del Conde de Santa Ana, rescatados por ella misma de un rincón de la sacristía de la parroquia –colgados hoy, probablemente, en las paredes de alguna casa londinense- y entre cosas y cosas, hasta las tejas de los techos de la Catedral Metropolitana.

La Catedral Metropolitana es uno de los edificios más importantes la Ciudad de Panamá. Posterior a su traslado y luego de haber sido consolidado el nuevo asentamiento (posterior al fuego de 1671), la Catedral tarda en verse culminada casi 250 años. Ocupa un lugar prominente en la Plaza Central, y se proyecta con su atrio sobre la calle hacia el lado sur. Su fachada de piedra, a nuestro juicio, sencilla y hasta sobria por decir, está rematada a ambos lados por dos torres de un volumen considerable y único en la expresión de la arquitectura religiosa colonia en el istmo.
Cualquiera de nosotros alguna vez escuchó hablar de las madreperlas que cubren las torres y de los poetas que también en algún momento cantaron sobre su brillo al atardecer. El mismo brillo y resplandor que cegó a Matilde y que motivó a suspender los trabajos que se hacía al techo y torre de la Catedral.

“(…) aquellas tejas que vi caer buenamente al altozano y que ante mi indignación aquel bárbaro me cuestionó diciéndome: ¿dígame, Blanca, y acaso son éstas, cuentas de su Rosario? Pues sí lo son, respondí”.

Se detuvo la obra por su insistencia. Esa misma noche, durante un banquete en su casa y en presencia de Goethals, Gorgas y Don Ricardo Arias, contó la triste historia de las torres de la Catedral. La mañana siguiente, junto con Cata Arias, visitaron a todos y cada uno de los dueños de las bucerías de perlas en el istmo y se logró obtener no sólo las conchas de madreperlas faltantes, sino que hubo para escoger entre las más grandes y hermosas, para cubrir las torres de la iglesia.

Las perlas
El Archipiélago de las Perlas para 1615, era la meta preferida de la armada del Caribe y de Castilla del Oro. El hermano de Chame, informante de Balboa cuenta de los grandes bancos ostiales por allá por los dominios de Terarequí. La crónica hispana narró de la abundancia de perlas que existió en las islas del recién conocido Mar del Sur. El nombre que denota al conjunto de islas del golfo de Panamá viene justamente de la riqueza en perlas. Para ese entonces, la explotación de las granjerías de las perlas en el archipiélago fue una industria provechosa para los mercaderes sevillanos quienes ostentaron en gran medida el control sobre esta actividad.
Las perlas se pescaban en canoas durante ocho meses al año, pues el resto del tiempo, por malas condiciones del viento y la mar, era casi imposible extraer los ostiones de su fondo.
Al inicio eran indígenas los que se encargaban de bucear y arrancar del fondo marino el preciado tesoro. Documentan los cronistas que quince años después de fundada Panamá se registraba la ausencia de un tercio de los indios de las islas de la perla. En el año de 1542 fue prohibido mediante las leyes nuevas, la obligatoriedad de la pesca de pelas a través de mano de obra indígena, y es cuando se intensifica la trata de esclavos negros para sustituir a los nativos en la lucrativa actividad perlera.
Cuenta Agustín de Haro contador -de perlas- de la corona en 1587:

“(…) de la Pacheca y la Pachequilla, Taboga y Taboguilla, Chapera y Mogo-Mogo e Isla de Paja, 1000 negros podrían sacar 4,000 ostiones diariamente, todos con perlas de gran valor”. “(…) Eran como avellanas, otras como nuez moscada y una hubo de veintiséis quilates y otra de treinta y uno, de forma cermeña, muy oriental y perfectísima, que compró Pedro del Puerto, mercader, a Gaspar de Morales en 1,200 castellanos, el cual no pudo dormir la noche que la tuvo, de pensamiento y pesar por haber dad tanto dinero por una piedra; y así la vendió a Pedrarias de Dávila para su mujer Isabel de Bobadilla…”.

La Peregrina
“La Peregrina” emerge de las aguas del archipiélago de Las Perlas y navega al viejo mundo, permaneciendo entre portugueses y españoles cerca de 300 años hasta el expolio de Napoleón, cuando de mano en mano, y haciendo honor a su nombre, queda colgada –inmortal- no solo del lienzo de Tiziano, sino del cuello de la bella Elizabeth Taylor – ángel del SIDA- quien recibe de Richard Burton el legendario obsequio. A propósito de la Taylor quien en este mes de marzo cumpleaños y subasta la legendaria perla.


Panamá lugar de tierras de aguas, perlas y mujeres extraordinarias. Para los que dudan de su protagonismo en la historia del nuevo mundo y los que no creen en lo tesonero de sus voluntades. Mujeres de ayer y de hoy, esas mismas que reunidas por extrañísima conjunción de circunstancias se engarzan curiosamente tejiendo la sarta de dama, torre y perla; contribuyendo a hacer no solo de Panamá un lugar diferente, sino del mundo un sitio mejor.

Panamá, 2004
El rey Felipe III de España, en un retrato de Velázquez.
Luce la Perla Peregrina prendida en su sombrero.




Referencias recomendadas:

“Sketches of spanish-colonial life in Panamá Old book Life in Panama 1572-1821" Lady Mallet Wife of sir Claude Coventry Mallet. New York Sturgis & Walton Company, Year 1915.
Maricarmen Mena García.
La Ciudad en un Cruce de Caminos: Panamá y sus Orígenes Urbanos. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid. 1992.

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