De Quantum of Solace y el año de la Rata.


El 2008 marcha al tiempo de Panamá y el año de la Rata irrumpe con todo el dorado de oriente. Siempre he afirmado que el lujo es oriental y seguro estarían de acuerdo conmigo que: la ignorancia se mueve entre las sombras. Aún no salgo de mi asombro con el desparpajo que algunos comunicadores de la televisión local manejan ciertos temas. Vergüenza personal cuando la ignorancia se luce al recibir al aire a los representantes de la comunidad china panameña, incluyendo acróbatas llegados desde la misma Beijing, sin conocer lo básico: la inmigración china es la más vieja en Panamá con presencia de más de 150 años. Menos ambicioso y fuera de mi expectativa, es que el periodista de más alto rating televisivo supiera que la población más grande del planeta celebra, con los mejores augurios del nuevo año lunar la friolera de 4,706 años. Es el año de la Rata y no es admisible –cuando se manejan medios- escuchar al aire prejuicios sobre lo bonito de un animal o lo repugnante que pueda ser otro. Lo cierto es que a pesar de la ignorancia –que galopa campante- es conocer que los chinos celebran cinco mil años de cultura con horóscopo incorporado y que la rata fue el primer animal que acudió al llamado de Buda. A pesar de que algunos les parezca ese animal como horroroso fue más bochornoso escucharlo públicamente en televisión de boca del periodista. Es entonces cuando llego a la conclusión de que en ciertas circunstancias lo mejor es callar.

El año 2008 transcurre también en medio de contradicciones culturales. El cacareado patrimonio de la humanidad panameño está de oferta. Jaime Bond con sus chicas y secuaces se tomaron las calles del Casco Viejo para hacer creer al mundo y a algunos de nosotros mismos que el Instituto Nacional de Cultura era un hotel de lujo en la sierra boliviana. Es entonces que prefiero ver en el cine películas de ovnis ambientadas en las playas de la isla de San Miguel y no ver como sin dignidad nos vendemos como extras europeos en medio de la colorida negritud local por noventa dólares el día; o simplemente hacerme imaginarias fortunas al sumar y contar cuántas camisas podría planchar en una noche por siete mil quinientos centavos. Esos mendrugos, supongo que es parte del presupuesto de 52 millones que se nos restregó en la cara. ¿Cuántas familias de San Felipe se beneficiaron con viviendas rehabilitadas con dineros de las regalías de la película? Pregúntale a otro. Si no te conformas con la anterior, entonces espera con expectación la cinta para ver como le nouveaux panaméene- européene rumbeamos en las ruinas del antiguo Clases y Tropas para hacer creer al mundo que estamos en algún lugar de Haití. La ruina es real y la fantasía la sobrepasa. Si llega el momento y te aburres en el cine, entonces recordarás que en esos días Saúl Méndez, la SUNTRAC y la Policía Nacional nos dejaron más muertos y destrozos que la gratitud de una mala película de acción en el trópico. Ya eso nos pasó.

Sí, el año 2008 discurre en Panamá y las torres de apartamentos de lujo crecen en la ciudad sin control como la verdolaga en las playas de Pedasí, mientras con el pago de tus impuestos las cintas verdes y costeras nos enredan en interminables horas por la Avenida Balboa al ritmo que Vasco Núñez también pregunta sobre su próximo destino. Si te falta más, observa cómo se discuten los resultados de las primarias del partido político en poder mientras los niños de Curundú revuelven sus esperanzas entre detritos y basuras. Es Panamá año 2008. Los políticos se candidatizan para repartirse el pastel del poder: los viejos dicen que vienen renovados y las promesas no alcanzan para las suelas de los zapatitos que requiere el pueblo, mientras tanto, el Presidente no responde el teléfono.

El Ministerio de Economía y Finanzas anuncia y aplaude el haber sobrepasado los pronósticos de crecimiento económico en el país y según los expertos el mejor desempeño esperado en la región. Es Panamá y es lo que va del 2008.

20 de febrero 2008.

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