Entre la memoria de Geneva y el sueño del elefante blanco.
Fuimos embaucados el domingo pasado con el fraude de la cacareada muestra de Da Vinci el genio, Salvador Dalí la Exhibición y los Secretos de la Mona Lisa en el edificio del Santo Tomás. La versión blockbuster de arte itinerante en Panamá no tiene la calidad para ser publicitada con el alboroto con que se ha hecho alarde. El vendedor de milagros de cualquier pueblo macondiano te ndría inclusive mayor credibilidad que lo mostrado en los salones del antiguo hospital. La exhibición de Da Vinci no refleja la importancia de este hombre del renacimiento. Las réplicas no son la tal cosa, la prohibición de no tocar es abrumadora. Lo único que rescato es el uso de las touch screen para aprender sobre la complejidad y de la asombrosa capacidad de observación de Leonardo. Hasta allí lo genial de la exhibición. No dedicaré palabras a lo que no me conto la Mona Lisa. La cacofonía de imágenes solo lograron cansarme y dejar muy poco de lo que los expertos en cromatografía pretendieron co...