Entre la memoria de Geneva y el sueño del elefante blanco.

Fuimos embaucados el domingo pasado con el fraude de la cacareada muestra de Da Vinci el genio, Salvador Dalí la Exhibición y los Secretos de la Mona Lisa en el edificio del Santo Tomás. La versión blockbuster de arte itinerante en Panamá no tiene la calidad para ser publicitada con el alboroto con que se ha hecho alarde. El vendedor de milagros de cualquier pueblo macondiano te

ndría inclusive mayor credibilidad que lo mostrado en los salones del antiguo hospital.

La exhibición de Da Vinci no refleja la importancia de este hombre del renacimiento. Las réplicas no son la tal cosa, la prohibición de no tocar es abrumadora. Lo único que rescato es el uso de las touch screen para aprender sobre la complejidad y de la asombrosa capacidad de observación de Leonardo. Hasta allí lo genial de la exhibición.

No dedicaré palabras a lo que no me conto la Mona Lisa. La cacofonía de imágenes solo lograron cansarme y dejar muy poco de lo que los expertos en cromatografía pretendieron comunicarnos. No entendí la genialidad del análisis y el secreto jamás me fue contado. La exhibición no comunicó nada.

Lo mostrado y la forma en que se expuso lo de Dalí es realmente surrealista. Le garantizo que podrá encontrar mejor calidad de imágenes en internet y en cualquier découpage resultante de cualquier curso de manualidad local. Geneva Céspedes, a quien conocí en la entrada me comento que Dalí tiene mejores y más interesantes propuestas que mostrar. Estuve de acuerdo con ella.

Los disfraces de carnaval y alegorías deberían también buscar un espacio apropiado y digno para mostrar y acopiar lo popular de los diseños de artistas locales. No pude ver qué relación tienen éstos con Da Vinci y Salvador Dalí.

La mediocridad de la exhibición hace eco con los decadentes espacios del Hospital que pretende hoy, transformarse en un espacio cultural. El Hospital araña con uñas y trata de permanecer en el tiempo. Estoy seguro que no ganará la batalla con el nivel de las actividades que hoy acoge. Un espacio de calidad dice también de lo que contiene.

Me contó Geneva que había nacido en una de las salas del hospital Santo Tomás por allá por el año de mil novecientos veintiséis. El imponente espacio del antiguo hospital y nuestra coincidencia en lo apreciado fue el marco de nuestro peculiar encuentro. Nuestra plática no se detuvo en lo que no mereció ser comentado, y convergió en las propuestas ideológicas de su padre y de las de mi tía bisabuela entre los platanares del Barú y las calles de Panamá. Me habló del exilio de su padre comunista y cómo es evento le da oportunidad de apreciar la oferta cultural de otras ciudades del continente. También hablamos de la urgencia en invertir en educación y cultura.

El Hospital fue resultado de la mente y del empeño de Belisario Porras. El edifico fue emplazado frente al mar y fue parte de unos de los proyectos urbanísticos más notables de principios del siglo pasado. Fue parte de los proyectos de La Exposición de Panamá de 1912, evento que sirvió de marco para celebrar la hermandad hispánica y el cuarto centenario del descubrimiento del Océano Pacífico. Por su escala y sobredimensionada capacidad le cayó el mote del elefante blanco; nombre que tal vez aludió a la administración del proyecto más que la crítica a sus 600 camas.

Ismenia Fitzgerald me confirmó que los salones de la exhibición eran parte de los comedores de médicos y enfermeras y la sala de mujeres del entonces hospital que funcionó también como escuela de ellos. Este dato aclara la memoria de Geneva, pues la maternidad del Santo Tomás fue albergada en otro edificio.

Los orígenes del Hospital, así como el invaluable servicio que ofreció para la formación de gente al servicio de la salud pública en Panamá es una historia inspiradora. Estoy seguro que estas razones y otras más justificaron que el Hospital Santo Tomas y sus jardines fuesen declarados monumento histórico. Este acto de Ley se emite para garantizar la continuidad de la memoria urbana y recordar eventos que nos unen de manera inexorable al océano Pacífico, al Canal de Panamá y a la formación de capital humano al servicio de la salud pública y a la sociedad panameña.

La poderosa presencia del edificio proyectada sobre una de las principales avenidas de la ciudad, junto a su privilegiada localización, además de su historia local, merece la consideración sobre una intervención seria, responsable y decidida por parte del Estado para la recuperación permanente y definitiva del Hospital. Un par de millones de balboas merecieron ser invertidos en el capital cultural y la memoria de este país. La decisión de martillar la Tusa Financiera y el despilfarro de siete millones y pico de balboas pone en contrapunto la prioridad sobre la creación de equipamiento urbano y la conservación patrimonial.

La intervención decidida del Estado para crear espacios a la cultura y la educación se hace necesaria para equilibrar la balanza de la bonanza económica y fortalecernos como una sociedad pujante, con memoria e identidad. La memoria de Geneva Céspedes, de Ismenia Fitzgerald y la de todos los panameños amerita ser conservada.

http://saulcarliner.blogspot.com/2009/08/museum-review-3-da-vinci-traveling.html
Da Vinci Exhibition
Traveling, private exhibition.
Viewed in Montreal, Quebec
http://www.expodavinci.ca/ldv/index_en.html

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