Cimarronaje,
territorio e identidad. Orlando Acosta Patiño. Mayo 2021
El
tema de la esclavitud toma un particular interés este mes de mayo. En
muchos lugares del mundo la reflexión termina evaluando éste, uno de los
episodios más oscuros en la historia reciente. Mayo, mes de la etnia
negra, abre la posibilidad de reflexionar sobre estos temas.
Es
oportuno abordar este tema y
referirlo a lo que ocurrió en Panamá, durante el período de conquista y
colonización hasta el momento de la
independencia de España (1821). Es importante resaltar estos hechos, para
extrapolar algunas dimensiones de ese legado, no solo a nivel cultural, sino
territorial para entender de esta manera, algunos procesos relacionados con
nuestra identidad y, desde allí, contribuir a la formulación de políticas
públicas que incluyan a los afrodescendiente como parte importante en la
estructura social, económica y política.
Negros en América. La introducción de
esclavos negros en el istmo ocurre después del declive de la población indígena. Fuentes
documentan sobre el fenómeno de reducción del número de indígenas. Según
Omar Jaén Suárez, existían para el año 1533, unos 500 indígenas, quedando
reducidos, 11 años más tarde, a 120. Ante esta realidad se hace
necesario introducir mano de obra esclava. Jean Pierre Tardieu, en su obra Cimarrones en Panamá, la forma de una
identidad afroamericana en el siglo XVI, afirma que al mando de Diego de
Nicuesa se introduce a tierra firme, en 1508, unos 40 negros para la
construcción de fortalezas en Veraguas. Se sabe que para el año 1513 ya habían
arribado a tierras panameñas negros provenientes de Cabo Verde. Se conoce
también por las mismas fuentes documentales, que en Natá y Veraguas, para 1575,
existían, 8,929 negros esclavos, de estos, 1,600 estaban en ciudad de
Panamá. Carmen Mena García, documenta que
en el Panamá del siglo XVI, había algo más del 70 % de la población de la Audiencia
de Panama, de origen africano.
Los
esfuerzos de comunicación interoceánica por el Istmo en el Panamá colonial
tienen un componente negro. El Camino Real y el de Ventas de Cruces, fueron construidos
y operados por esclavos negros. (Tardieu). Es seguro que parte de nuestra condición
de interoceanidad, se deba a la participación de negros esclavos en Panamá.
Cimarronaje. Durante ese mismo
período de conquista del Istmo,
la explotación de los recursos marinos, como la pesquería de
perlas, la construcción y operación de los caminos transístmicos estuvieron
en manos y fuerza negra. Un fenómeno particular toma forma tanto en las
Antillas como en tierra firme. Mucha de la población negra, movida por maltrato
y aspiraciones de libertad, se levantó en resistencia, escapando de la opresión
esclavista, reduciéndose en palenques, en los bosques del Istmo. Las voces
de Bayano, Felipillo nos llegan hoy como memoria de estos líderes cimarrones
que dieron batalla durante los siguientes siglos, siendo incluso aliados de
ingleses, en los esfuerzos de romper el monopolio comercial en América. Para el
año 1549, la resistencia cimarrona se concentró en el Camino Real, Golfo de San
Miguel por parte de Felipillo, intromisión que alcanzó los dominios de otro
Cimarrón, conocido como Bayano.
Independencia y
abolición. Oscar Vargas Velarde, en su obra La abolición de la
esclavitud en Colombia y Panamá (1851), indica que este proceso, “corrió
paralelo con el de Colombia, pues el Istmo de Panamá, formó parte de esa nación
la mayor parte del siglo XIX”. Recordemos que Panamá se estrena en el
régimen republicano al momento de la independencia de España. El mismo
autor añade que, “Simón Bolívar en el Congreso de Angostura de 1819, declaró
que las bases de la república estaría constituida por la soberanía del pueblo,
la división de los poderes, la libertad civil, la abolición de la monarquía, la
supresión de los privilegios y la proscripción de la esclavitud”. Para
entonces éramos el Departamento del Istmo, como parte de Colombia y uno de los
preceptos de la independencia de la monarquía, fue justamente la abolición de
la esclavitud.
La
esclavitud es abolida en Panamá mediante la Ley de 21 de mayo de 1851.
Carlos Guevara Mann expresa que “Tres décadas transcurrirían –desde la
libertad de vientres declarada por Simón Bolívar- para que en Panamá
fuese proscrita la esclavitud. La ley de 21 de mayo de 1851 decretó la libertad
de todos los esclavos existentes en territorio neogranadino (colombiano) a
partir del 1 de enero de 1852. Tomás Herrera, Justo Arosemena y José de
Obaldía fueron otros actores claves, siendo este último, a quien le
correspondió poner en vigencia dicha “Ley de libertad”, en su condición de
vicepresidente de Colombia, encargado del poder Ejecutivo en 1851-1852”. Los
dueños de esclavos tuvieron la obligación de educar, vestir y alimentar a tales
hijos y estos debían recompensarlos por los gastos incurridos hasta los 18
años.
Cine, negros y
territorio. Hace algunos años se estrenó un documental del cineasta de
origen japonés, Toshi Sakai, titulado Cimarronaje en Panamá. Su trabajo se
centra en las figuras de Felipillo y Bayano a quienes dignifica en la historia. Según sus palabras, se trata de “personajes que se
expresan en su reclamación de vivir libre y sobre todo en dignidad”. Del
trabajo de Sakai se genera interesante información sobre los nombres de lugares
que están inexorablemente relacionados con nuestros ancestros africanos. Río
Congo, Malambo, Mandinga, Cuango Palenque, son lugares en Colón. Sitios
llamados como: El Bongo, la Quisama, la Guinea y Cerro Mandinga los encuentras
tan lejos como en Chiriquí. En Azuero la toponimia afro la
recuerdan lugares como el Zape, Folofo y la Guinea. Todos estos nombres evocan
nuestro pasado negro colonial.
Negros y política
pública.
Con el propósito de visibilizar la población afrodescendiente y establecer
mecanismos para recopilar información para los próximos censos de población y
vivienda, y así la definición de políticas públicas para atender a la
población, la Secretaría Nacional para el Desarrollo de los Afropanameños
(Senadap) viene desarrollando interesantes iniciativas. Una de ellas es lo
que se ha denominado “La Ruta de los Tambores”, recurso de fuerte
componente cultural que se está utilizando como mecanismo que permitirá
reconocer culturalmente, la descendencia afro en Panamá. Donde estuvo el negro
está el tambor, y en él nos reconocemos como parte de esta sociedad rica y
culturalmente diversa. El tambor hacer una conexión directa, donde
la música y le canto articula un proceso de auto reconocimiento y valoración de
la cultura local.
Al
final de este recorrido histórico donde no solo la piel está teñida de
historia, sino toda nuestra cultura de tránsito, llego a la conclusión que
somos más negros de lo que habíamos pensado. ¿Y tú, cómo lo sientes?