espacio publico transparencia e institucionalidad
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La aprobación por parte del Despacho de la Primera
Dama, adscrito a la Presidencia de la República de 35 millones de balboas para
obras en el Parque Omar, obliga a una reflexión sobre la oferta de espacio
públicos, la institucionalidad y las competencias en la administración de estos
espacios. El asunto se “pone candela”
cuando entra en la ecuación el tema de participación pública y asignación de millonarios
recursos públicos bajo una opaca definición de un proyecto de intervención para
el Parque Omar.
El Parque Omar constituye una oferta recreativa que
brinda un servicio importante a los habitantes de los corregimientos centrales
de la ciudad. El Parque es una de los
pocos espacios que tiene disponible la ciudad de Panamá. Desde su creación, hace ya varias décadas bajo una acertada
decisión política, su administración quedó bajo la Presidencia y el Despacho de
la Primera Dama. Bajo este esquema se
proyecta una imagen pública del consorte del Presidente quien es elegido
de manera popular en un ejercicio democrático quinquenal. Esta oficina ya demostró –este año- desatinos con una campaña rosada de prevención
de cáncer de mama, en el Valle de Antón y el uso de recursos para un desparpajo
de alta visibilidad y crítica en los medios.
Hablando del Parque y del Despacho que lo administra,
ya vimos que por él pasaron y desparecieron las esculturas de Juegos de Antaño –pesado y
posible delito en bronce vendido y fundido- cuya desaparición y posible
venta, quedó por esclarecer. Hoy, la cuestionada millonada, cuyo uso y
justificación no queda clara y que se “hincha” bajo la constante práctica
corrupta en la administración de las contrataciones públicas. La necesidad de
mejora del Parque, no queda claro y la duda sobre la administración de fondos
subyace ¿Ha sido y será transparente la
gestión de 35 millones de dineros públicos por el Despacho de la Primera Dama?
No me queda claro, para no decir no.
Hacen faltan espacios públicos en la ciudad de Panama.
La necesidad de la creación y promoción de los espacios públicos en la ciudad
de Panamá queda en evidencia cuando revisamos los estándares que establecen
referencias. En la ciudad de Panamá, por
fuentes de la Dirección de Planificación del Municipio, sabemos que el promedio
es de 2 metros cuadrados por persona, cuando internacionalmente se establece un
promedio ideal de convivencia es de 8 metros cuadrados por persona.
Faltan espacios publicos, no hay duda.
Los principales espacios públicos en la ciudad de
Panamá se encuentran esparcidos y diluidos entre una institucionalidad que no
tiene la capacidad ni el interés de ponerlos en uso para la comunidad. La Cinta Costera, administrada por la
contratista ODEBRECHT y el Ministerio de Obras Públicas. La Calzada de Amador-
cuyo deterioro creciente es notable se encuentra también en el limbo
administrativo. No me queda claro si es el MOP, el Contratista que termina las
obras viales o el Ministerio de Economía
y Finanzas. Lo real es que las rodaduras
peatonales y la porción entre el sector
entre el Club de Yates y el Museo de la Biodiversidad en una mezcla de campo de guerra de avitualladores de naves a los yates fondeados en el muelle, basureros clandestinos, lugares nocturnos
para encuentros amorosos de ocasión, monte
y escombros.
El Cerro Ancón, espacio de alta visitación pública, se
encuentra perdido entre un laberinto que arman las mismas instituciones. El Municipio no la administra porque
argumenta que la propiedad de la tierra no ha sido traspasa a lo local. De allí
empuja que al Ministerio de Economía y Finanzas para que éste lo traspase a
MiAMBIENTE. Finalmente y en lo que van
los años bajo el slogan de campaña People
First –los copartidarios de
gobierno- no se han puesto de acuerdo para la administración del Área Protegida
y entregarla, finalmente a la gente, la cual fuer determinada como prioridad
de Gobierno. El Cerro Ancón con un
patrimonio natural y cultural importante no es manejado bajo ningún criterio
técnico que permita actividades recreativas y de educación. Todavía no he escuchado una propuesta
coherente, sistemática para integrarlas a la oferta recreativa de la ciudad,
lejos recursos para su administración.
Recientemente el Municipio de Panamá anunció la
creación del Parque Norte para ofrecer espacios de recreación y educación a una
importante población de la ciudad. El
Municipio le ha tocado sortear una serie de laberintos de administración de
tierras para avanzar con la gestión de la propuesta, misma que esperamos se integre a un
programa formal por parte de la administración del principal Municipio del
país. Surgió por allí una iniciativa
del mismo Municipio de la compra de unas
tierras en Juan Diaz y Rio Abajo para crear otro parque en los predios del
antiguo Hospital Matías Hernández: amanecerá y veremos. Estas ideas hay que fortalecerlas y
apoyarlas.
Volviendo al tema del Parque Omar, los ciudadanos nos
oponemos que la huella urbana del Parque se incremente con la construcción de
un Food Court más calles y
estacionamientos. Lo anterior generará
desechos sólidos y aguas; mas congestión y traslado del tranque de carros de la
ciudad, al interior del Parque. La inversión en mejoras del equipamiento
deportivo, luminarias, servicios y mantenimientos de árboles suena sensato,
pero no 35 millones para ello. De esta millonada no se destina un “real” al recinto de la Biblioteca Nacional que tiene
dificultades de operar y aumentar la oferta de servicio. Queda claro, además, que la inversión en educación está fuera del
radar de la Presidencia y el Despacho de la Primera Dama y el enfoque está en
el clientelismo popular que ya hemos visto de jamones y arroz. Ya entregamos pan ahora viene el circo. Gravita en el sentir de los pensantes, que el manejo de los fondos públicos sigue
arropado en una nube negra que no anuncia lluvia, sino corrupción. Con estas letras me sumo al clamor popular de
no a la intervención sin criterios para el Parque Omar, añadiendo una decisión
del Ejecutivo de integrar la Calzada de Amador, la Cinta Costera y el Cerro
Ancón a la administración del Municipio de Panamá. Es necesario fortalecer los
mecanismos de consulta popular para revestir de transparencia la gestión de los
dineros y los espacios públicos.