De migrantes negros, pollera conga y otros misterios
De migrantes negros, pollera conga y otros misterios. Orlando Acosta Patiño. Abril de 2016.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de su página web define a un migrante “como cualquier persona que se desplaza o se ha desplazado a través de una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar habitual de residencia independientemente de su situación jurídica; el carácter voluntario o involuntario del desplazamiento; las causas del desplazamiento o la duración de su estancia”. Son entonces migrantes de origen africano, atrapados entre las fronteras de Costa Rica y Panamá motivo de la reflexión. Hoy son noticias cerca de 300 indocumentados provenientes de la República del Congo a territorio panameño. Los migrantes africanos buscan llegar a Estados Unidos pero el cierre de las fronteras de Nicaragua los ha dejado varados, bañándose bajo la lluvia y haciendo sus necesidades en el monte. Entre los migrantes africanos, están mujeres embarazadas y niños recién nacidos. Una humanidad en marcha se hace de un eco mudo entre los platanares de la frontera Tico-Panameña.
La República del Congo se encuentra en África occidental y es el lugar de origen –junto con otros países de ese continente- la fuente de la gran migración negra que llegó, a la recién descubierta América, hace poco más de 500 años de la mano de tratantes esclavistas de Portugueses y Españoles. Junto con éstos últimos, la fe católica, con el cristianismo como base ideológica que justificó la conquista y colonización.
Este fin de semana se celebró en Panamá, con inusitado orgullo local el Festival de la Pollera Conga en Portobelo. El aporte cultural de los negros coloniales, identificado con la cadencia de sus tambores y sus coloridas polleras, además de los intensos sabores de la culinaria negra, como parte de la propuesta de “identidad” negra. Portobelo, junto con otras ciudades de la América colonial, como la Cartagena y Veracruz, fueron puertos de entrada, de “otra negritud” también llegada de la misma África Occidental. Panamá es escenario de manifestaciones negras hace por lo menos cinco siglos y que hoy seguimos ignorando, bajo otras contradicciones en la frontera entre Panamá y Costa Rica.
La iglesia católica panameña en jubileo con el Obispo, Cardenales y Sacerdotes encendidos en la fe, celebran la llegada de una reliquia de Don Bosco. Feligreses católicos se tomaron las calles de la ciudad de Panamá para recibir la mano de derecha del cuerpo incorrupto del Santo. Se recibía con todo el boato del siglo IV un trozo del brazo de un Santo para ser depositado en un templo de la localidad. La iglesia se apresta a celebrar los 200 años del Santo con su mano incorrupta e incapaz de extenderla más allá en un acto solidario con los negros atrapados en la frontera.
Mientras todo esto sucede en Panamá, el Presidente con su esposa y un grupo de sus Ministros pasean en monorriel por el país del Sol Naciente. Allá muertos de risa y desbordando asombro a bordo del #ridenipón, fraguan con desprecio el destino de los negros Congoleses, sus polleras y su arroz con coco. Han dejado en el olvido- por el momento- los panamapapers y distraerse con la cooperación japonesa y la construcción de la línea tres del metro. Pregunto ¿dónde está la Defensoría del Pueblo para revelar ante el Ejecutivo un tema obvio de derechos humanos? ¿Qué está haciendo la Cancillería en un asunto eminentemente de política exterior?
Vivimos en una sociedad que se contradice en los valores que maneja. Un gobierno –declarado profundamente cristiano y solidario- que parece importarle un maní, la crisis migratoria de negros que representan, no solo en nombre, sino en toda la carga cultural que celebró recién este fin de semana a golpe de tambor sabor de la pollera Conga.
Estamos en una sociedad en crisis de valores en donde un gobierno cristiano y solidario se troca en un el interés de un negocio de movilidad urbana y a espaldas de un doble discurso sobre el conflicto de interés en los temas éticos y de negocio que se grita en el mundo entero como los #panamapapers. No queda sino reflexionar sobre la oportunidad del gran terremoto del Pacifico que borró con ira, otro lugar y no éste, de tanta contradicción e hipocresía moral y social.
