De fortificaciones y museos



De fortificaciones y museos

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Orlando Acosta Patiño
opinion@laestrella.com.pa
El Castillo Niebla en Valdivia (Chile) se encuentra localizado cerca de la ciudad Valdivia, octava región de Chile, en una de las regiones más extremas del continente americano. Castillo de Niebla es una construcción defensiva de origen colonial que, junto con otras 17 más, forma parte del conjunto militar más importante en el Pacífico Sur de América. Conocidos como los ‘Castillos del fin del mundo’, sus valores están asociados a aspectos defensivos en los mares australes, la consolidación y defensa del Virreinato del Perú. Las obras, ejecutadas por el Gobierno chileno, bajo el lente de planificación, persiguen detener el deterioro, consolidar la ruina, facilitar la interpretación, adecuar espacios para artesanos y oficinas administrativas.

La intervención —que tardó dos años— se hace bajo el Plan Nacional de Mejoramiento Integral de Museos, que se comenzó a implementar a partir del año 2001, y que asigna para el Castillo Niebla un monto de tres mil millones de pesos chilenos, equivalente a un aproximado de B/4.5 millones de balboas. La acción de este Plan pretende posibilitar la conservación del fuerte, facilitar la interpretación y proveer un espacio para la administración en sitio de este recurso cultural. Durante las obras, se descubrieron decenas de restos arqueológicos con datas desde el año 1600, entre los cuales destacan trozos de cerámica, balas, candados, llaves y cubiertos. Según Carolina Lema, arqueóloga a cargo de la restauración, ‘estos elementos permitirán reconstruir la historia colonial local, de las redes de comercio internacional, o qué pasa cuando se abandona el fuerte y se le utiliza durante 4 o 5 décadas para prácticas militares. (...) Hay vainas de fusil y otros tipos de elementos que permitirán ver la otra historia del fuerte que no se conoce’.

Durante la última temporada lluviosa del 2014, un alud sepultó cuatro personas en Portobelo —todos miembros de una sola familia radicada en zonas vulnerables del pueblo— que vivían adyacente a uno de los complejos defensivos de origen colonial en el Caribe panameño y que ha sidos reconocido por Unesco, bajo la categoría de Patrimonio Mundial. Tres años antes, en el año 2011, bajo las mismas condiciones de saturación de suelos, fueron muertas cuatro personas más. Son ocho ya las víctimas en menos de cuatro años por una situación absolutamente previsible. La prominente historiadora de América, Carmen Mena García, en su obra Portobelo y sus interminables proyectos de traslado (Tiempos de América, 2000) llamó a Portobelo un moridero, pero no precisamente por lo aludes, sino por las extremas condiciones de salubridad del sitio. El clima y la ciudad —por siglos— no han sido favorables para habitarla de manera saludable.

Santiago de la Gloria, San Fernando y el resto de las fortificaciones de Portobelo que resguardaron por siglos la bahía de Portobelo, además de la incontrolable condición de clima, se encuentran en un total abandono, siendo no solo impactadas por el tiempo, sino por el penúltimo de los aludes que dañó considerablemente parte de sitio.

No tenemos siquiera oportunidad de hacer arqueología en Portobelo y San Lorenzo, puesto que estos recursos han sido expolio de privados y luchas intestinas por hacer privado el patrimonio subacuático. Lo último que se supo fue el hurto de los cañones de San Lorenzo, para dizque venta de chatarra y que fueron descubiertos bajo un operativo de policía en contenedores en el puerto de Balboa rumbo a China.

No ha habido esfuerzo gubernamental ni privado que asista la conservación ni interpretación del sitio de las fortificaciones del Caribe panameño que, junto con San Lorenzo Real de Chagres, se encuentran en el más absoluto olvido.

La destrucción del patrimonio cultural panameño y su futuro está en manos de las inclemencias del tiempo y por la desidia gubernamental que por décadas han llevado a este magnífico conjunto a unas circunstancias de deterioro irreversible. Estos fuertes están abandonados y las acciones de conservación ausentes. Esta condición pone en peligro su continuidad y el goce futuro para generaciones próximas. El tema de conservación patrimonial no ha sido colocado en la agenda gubernamental como un asunto prioritario. Las fortificaciones del Caribe panameño, reconocidas bajo Patrimonio Mundial, ya están en la lista de patrimonio en peligro por interés de la organización multilateral de Unesco, para llamar la atención y lograr la asignación de recursos para un plan integral de conservación, interpretación que garantice la continuidad de este importante recurso cultural.

La conservación e interpretación del patrimonio cultural panameño tiene la posibilidad de transformarse bajo una visión de mediano plazo, en verdaderos detonadores de una oferta cultural y de ingresos directos a través del turismo, por ejemplo. El desarrollo de esa región del Atlántico panameño puede cimentar las bases de una mejora económica y fuente de empleo a los jóvenes de Colón. Una dimensión integral de desarrollo que incorpore la conservación monumental para Colón, requiere un robusto brazo técnico que logre integrar la conservación de su Centro Histórico y una intervención directa, profesional para las fortificaciones del Caribe panameño.

INGENIERO

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