Trascender mediante la música


Trascender mediante la música

Orlando Acosta Patiño

Hace unos meses, La Prensa anunció sobre la designación de Danilo Pérez, como artista de la Unesco por la Paz.  Nuestra sociedad aun no valora el trabajo que este panameño viene realizando  en el campo del desarrollo humano. Los artistas que selecciona la Unesco son personalidades de renombre internacional, que utilizan su influencia, carisma y prestigio para  promover un  mensaje de paz y los programas del organismo.

Pero la noticia de la designación de este panameño parece haber perdido relevancia, por eso, vale resaltar el trabajo de  Danilo Pérez en la promoción de la juventud, a través de la oportunidad que les brinda en materia de formación musical, mediante la Fundación que lleva su nombre. Con este esfuerzo, Danilo se suma a la visión que tuvo Narciso Garay, hace menos de 100 años, cuando imprimió un sello especial a la formación musical en el Panamá del siglo XX. El interés de Garay se hizo  realidad bajo la institucionalidad y el paraguas del Conservatorio Nacional de Música. El edificio que acogió esa  iniciativa se mantiene en pie, cerca de la Plaza Herrera, en el Casco Antiguo. Entre sus paredes se formaron músicos de la talla de Alfredo Saint Malo, cuyo festival anual –décadas más tarde– honró su legado y memoria.

El edificio, construido en 1912, es el mismo que hoy honra y reconoce el esfuerzo de Danilo,  quien bajo una lectura visionaria apuesta a la juventud y a la música, como forma de hacer trascender a los hombres y la sociedad panameña. En ese escenario, a finales del mes de julio, tuve el honor de participar en una singular actividad con un selecto grupo de niños y jóvenes dedicados al aprendizaje de la música, así como de autoridades, diplomáticos y miembros de organizaciones no gubernamentales, que nos  ratificamos  en el compromiso de forjar una juventud libre de violencia, mediante la oportunidad y la magia de la música. Esa tarde se formalizó una donación de 90 mil balboas para apoyar un programa de formación musical que beneficiará, aproximadamente, a  500 niños y jóvenes en  alto riesgo social, de las comunidades de la 24 de Diciembre, San Miguelito,  Santa Ana, El Chorrillo y San Miguel.
Esta acción tiene varias aristas que demandan ser leídas bajo el alcance de la mirada amplia de la   educación, cultura, formación y sociedad. El esfuerzo de formar capital humano en el mundo de la música, como manera de escapar de la violencia y enaltecer los valores culturales de Panamá, no tiene precio. 

Es así que  entender la educación y la participación social, para abrir o mantener abiertas  las puestas de la oportunidad, es un compromiso. Todos los panameños,  instituciones y  organizaciones que forman la trama social   y patrimonial de Panamá tenemos la responsabilidad de contribuir. 

La manera de trascender es unirse a la acción colectiva de personas, grupos y organizaciones. Esto  posibilita apalancar un complejo proceso de desarrollo y educación, elementos claves para rescatar una sociedad como la nuestra, donde el reconocimiento  de los valores de la música, a través de los  jóvenes, es necesario para elevar   su trascendencia universal. Con  este esfuerzo, se eleva, se aprecia  y se fomenta una cultura de paz como apuesta al desarrollo, mediante la oferta de oportunidades a los jóvenes de Panamá y del mundo.  

EL AUTOR
es vicepresidente Asociación Fulbright Panamá

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