La impunidad bajo la lupa del arte público



 

La impunidad bajo la lupa del arte público

ORLANDO ACOSTA PATIÑO

 
2012-09-21 — 12:00:00 AMA poco menos de ser cumplido el plazo para dictar condena, el tema de los juegos de antaño no da tregua. Hace poco los medios informaron que han pedido condena para la administradora del Parque Omar, quien era responsable de la las esculturas perdidas. Peritajes demostraron que los bronces fueron cortados para ser sustraídos y posteriormente fundidos. Mensajeros, jardineros y custodios del Parque Omar, también fueron hallados culpables. La decisión del juez se da después de pospuesta la audiencia en dos ocasiones y parece que después de treinta días el tema se debatirá entre la justicia y la impunidad.

El conjunto de esculturas Juegos de Antaño, desaparecidas hace un par de años de las bodegas del Parque Omar, ante la mirada ciega de los administradores y custodios, junto a la noticia de la dilación de la justicia para encontrar responsable, es otra muestra de la expresión de barbarie que exhibe sonriente y sin remordimiento la pujante sociedad panameña.

Para los que la memoria les falla, el conjunto escultórico Juegos de Antaño fue una obra por encargo del Gobierno de Panamá en el año 2000 al renombrado escultor colombiano Héctor Lombana (+2008). Lombana esculpe y funde en 35 toneladas de bronce 42 estatuas representando niños, niñas, palomas y juguetes. Por las esculturas le fueron pagados B/250.000.00 (doscientos cincuenta mil balboas) provenientes de fondos públicos (tuyos y míos). La desaparición en el 2008 de las esculturas bajo el supuesto argumento de la venta del metal, arrojaría un beneficio económico a los perpetradores del delito de una suma por el orden de B/21,000.000 (veintiún mil balboas) en el mercado local del bronce.

Los Juegos de Antaño ven la luz pública en el marco de la celebración de una Cumbre Iberoamericana en Panamá y fueron emplazados en los jardines del antiguo Museo Antropológico Reina Torres de Araúz —primero Museo del Niño y la Niña— hoy recinto hueco y vacío, que hace alusión de forma elocuente a los derroteros de la administración de la cultura en Panamá. ¿?

Para consuelo, si aquí llueve en Londres no escampa. Hace un par de meses los diarios ingleses reportaban el robo de una escultura de la artista Barbara Hepworth titulada Two Forms - Divided circle, la cual fue hurtada del parque Dulwich en el barrio de Southwark, en el sur de la capital británica, aduciendo la venta de la escultura por metal. Finalmente parece ser que en todos lados se funden obras de arte para reciclar el metal. Por suerte la escultura de bronce de la artista británica Barbara Hepworth estaba asegurada por 787 mil dólares —dineros que no repone la pérdida de los valores artísticos de la obra, pero que de alguna manera compensa en plata a los pecunios públicos producto del delito.

Lo ocurrido en Londres y Panamá es un vivido vistazo del deterioro, decadencia y desarticulación social que vienen experimentando las sociedades contemporáneas.

A manera de resumen, a la pérdida de los Juegos de Antaño se le suma el conjunto escultórico Friso a la Justicia —de Joaquín Roca Rey— en los predios del Palacio Legislativo, la estatua de Roosevelt y los bronces de la avenida de Los Poetas todos durante o después de la invasión de 1989. Coronan como óbice los cañones coloniales de San Lorenzo, traficados como chatarra a fundiciones en oriente en 2012.

Todas estas obras de arte desaparecidas y referentes culturales florecen bajo la barbarie y el delito, donde la impunidad judicial trabaja en detrimento del acervo artístico-cultural y la calidad urbana. La pobreza material parece estar asociada a lo espiritual, en donde la justificación en la destrucción de obras de arte y del patrimonio cultural, se expresa en la miseria material y espiritual de la sociedad que estamos formando.

Urgen esfuerzos para sacar a la sociedad del estado de barbarie y destinar recursos para incluir contenidos en los programas de educación para reforzar estos valores. Se requiere definir y desarrollar una política cultural para apuntar hacia el esfuerzo de lograr la conservación de otras rarezas materiales y de valores patrimoniales, q ue, de otra forma, terminarán —justificadas por tres reales— en el fondo de ardientes marmitas o bien convertidas en cascajo para rellenos y viaductos de las ciudades de Panama y Colón.

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