Epítome de la cinta costera


 

 Orlando Acosta, 25 de septiembre de 2012.

 

Esta entrega pretende construir el epítome al proyecto cinta costera, probablemente la obra más importante de intervención urbana de la última década de la administración publica.   

El proyecto cinta costera propuso como objetivo principal resolver el tema de vialidad urbana y nunca pretendió entregar equipamiento social de parques y áreas verdes para la ciudad;  este fue un objetivo de segundo plano.  Si el habitante y hubiera sido el centro de la intervención,  el proyecto hubiera sido consultado con la gente, integrado a la ciudad existente;  lo que implicaría mejorar  las aceras,   carriles  de autos, postes y cables  soterrados para permitir la circulación fluida y segura de los peatones.     Así  se hubiera podido llegar desde las escalinatas de la iglesia Don Bosco hasta la orilla misma del océano Pacífico sin preocuparse en romperse un pie en una alcantarilla sin tapa o ser arrollado por un bólido a 80 Km por hora. (La Estrella de Panamá, 2011. Vialidad urbana, cinta costera y conservación patrimonial).

La posibilidad de articular un eje cultural que hiciese un recorrido por algunos museos o equipamiento cultural  terminaría de conformar una propuesta coherente anti-barbarie y de carácter educativo para la ciudad. La millonaria intervención hubiera permitido la revitalización de un sector deprimido de la Exposición que junto con la construcción del metro hubiera arrojado resultados sorprendentes.    El destino de una inversión millonaria bajo un enfoque más inclusivo e integral desde la perspectiva urbana, hubiera producido efectos mas redistributivos y de mejora integral de la calidad urbana de la capital. (La Prensa,  2010, Cinta costera, una oportunidad para el cambio).

El proyecto Cinta Costera  bajo una visión estadista de planificación a largo plazo y bajo claros criterios urbanos y no teñidos de corrupción y falta de transparencia,  hubiera podido celebrar los 500 años del mar del Sur los 100 del Canal de Panamá y su ampliación en el 2014.  Perdimos la oportunidad de plantar un hito en la trama urbana que permitiese celebrar y recordar uno de nuestros grandes momentos como sociedad global. (La Estrella de Panama, 2012.  La ciudad y los 500 años del Mar del Sur).

La fase II del proyecto irrumpió en el ámbito del Casco Viejo a intervenir con una serie de cambios en la fisonomía costera al eliminar el terraplén, cambios de uso de espacios y del recinto portuario.  En su momento pregunté  ¿Cómo fueron evaluados los aspectos sociales, económicos y culturales de la extensión de la cinta costera frente al terraplén en los predios del Casco Antiguo?  El proyecto se construyó   sin estudio de impacto ambiental. El efecto sobre el Casco Antiguo y la funcionalidad vial, urbana y patrimonial no fueron evaluados. ¿Qué sucedió allí? ¿La ley del oeste o la locura perniciosa se impusieron? ¿O fueron, tal vez, los apetitos inmobiliarios por la nueva plusvalía de antiguos “quilombos” los que impusieron la iniciativa? (La Prensa, 2010. De proyectos urbanos, cinta costera y malezas en las playas).

La cinta costera III,  la construcción del viaducto y las 76 hectáreas de relleno y su justificación ha sido vial.  El análisis patrimonial por la construcción del viaducto marino -con relación al Casco Viejo- evaluado por respetuosos profesionales nacionales e internacionales ha dado un  resultado oculto- por ahora- que parece justificar bajo argumentos metodológicos y concluir que el viaducto no afecta los valores patrimoniales que soportaron su declaratoria.   El viaducto afecta el paisaje, mas no riñe con los valores que sustentaron el Casco Viejo bajo su declaratoria mundial.

La afectación del paisaje como resultado del viaducto es una acción que no puede ser mitigada bajo ninguna medida ambiental  viable.  El viaducto es físico y es una intrusión al paisaje marino que modifica el horizonte tal como se ha venido registrando por lo menos,  en los últimos 400 años de historia de la ciudad de Panamá.  

La cinta costera y el pegajoso jingle de  radio traerá promesas huecas para las Chorrilleros. Ojala me equivoque y el fritódromo no se transforme en un espacio de exclusión y gueto y que los dineros lleguen para construir un Maracaná para promover un deporte abandonado.  La cinta costera fase III será para el Chorrillo una barrera de exclusión social; así como una oportunidad para el acaparamiento inmobiliario con un nuevo frente de mar generado con inversiones públicas.  (La Prensa, 2012. Urbicidio costero).

Las setenta y seis y pico hectáreas de rellenos de frente de mar a la voz de grito y plata llenarán el bolsillo  de ricos mercaderes inmobiliarios quienes se apoderarán de los  nuevos frentes de mar y tomaran como suya la inversión pública para hacerse más ricos.  El esfuerzo gubernamental se coronará con la venta-inconstitucional- del fondo del mar en Amador y Chorrillo para otorgar lo “inalienable”   y construir otro muro de torres en Amador con un  espacio robado al mar y a la sociedad panameña.   (La Prensa, 2011. ¿Maritime City, proyecto privado o venta del patrimonio?).

El cuello de botella generado por los automóviles en Chorrillo-Amador,  empujará otro puente sobre el Canal y finalmente posibilitar articular un sistema de transporte para servir a los apachurrados viajeros del sector oeste de la Metrópoli. Este será un resultado positivo para integrar el gran espacio metropolitano mediante un sistema de transporte, sistema que en mi  opinión no necesitaba de rellenos y viaductos.

La cinta costera y los desarrollos que promoverán quedarán registrados como un evento revestido de falta de transparencia, inconstitucionalidad,  lucro privado, destrucción de ecosistemas de manglares. Traerá como beneficio la seudointegración  de la costa pacifica de la ciudad de Panamá a un costo social muy alto.  
Los errores conceptuales de fondo del diseño de la Cinta Costera es el automóvil como centro y eje de la intervención urbana. El proyecto alejó a los ciudadanos al goce de una ciudad compartida, amable y moderna,  impidiendo el reconocimiento colectivo de la sociedad panameña y la conservación de los excepcionales valores ambientales-patrimoniales de carácter universal que posee.
   

 

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